Una buena forma de comprender el progreso de una supernova es estudiar sus restos o remanentes, por ejemplo la G292, que tuvo lugar probablemente hace 3.000 años y es única por su espectro dominado por el oxígeno. Las observaciones a diferentes longitudes de onda muestran diferentes características.
Una estrella termina su vida con una violenta explosión como supernova de dos formas: mediante el colapso del núcleo, formando una estrella de neutrones o un agujero negro y una onda expansiva extremadamente energética o mediante la explosión termonuclear de una enana blanca, sin dejar una remanente central y liberando una gran cantidad de energía muy característica usada para inferir la distancia a estas antorchas galácticas.
La supernova G292 es una remanente del primer tipo, con filamentos de gas y polvo emitiendo luz a ráfagas que se propagan al medio estelar.
Observando la supernova en la zona media del infrarrojo, se puede ver una emisión de cálido polvo circundante calentado a ráfagas, como resultado de un exceso de energía por el colapso de la supernova, que se propaga al exterior y excita el polvo de los alrededores. Los mapas de emisión en infrarrojo se usan para identificar nodos ricos en oxígeno y polvo de silicatos de magnesio que hayan sido excitados por las ráfagas de la supernova.
En conclusión, la temperatura del polvo en la supernova depende de la densidad del gas circundante. Debería haber más emisiones de rayos x en las regiones con alta densidad de gas y más emisiones en infrarrojo en las regiones de polvo muy caliente. Al no observarse ninguna de estas condiciones, los investigadores han propuesto que tal vez se trate de una explosión asimétrica, sin determinar el motivo que causó dicha asimetría.
Via astrobites
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